LA PALABRA DE DIOS (Davár, Rhema)
Dios está presente y se comunica en la creación y en la historia. Su presencia es omnipresencia, su comunicación es "palabra" que fundamenta una interrelación. En todo corazón humano Dios ha puesto su ley de amor, ley "moral". El hombre se siente interpelado por Dios desde su corazón, desde las cosas, desde los hermanos, desde los acontecimientos.
La expresión "Palabra de Dios" tiene sentido analógico, puesto que se puede aplicar a la comunicación divina por medio de la creación, por medio de la historia o de los acontecimientos, por medio de personas a quienes él se ha querido comunicar de modo especial. Su "revelación" propiamente dicha tiene lugar en los primeros padres, en Noé, en Abrahán, en Moisés y los profetas, para preparar su revelación plena en Cristo su Hijo, su Palabra personal y eterna, hecha nuestro hermano (cfr. Jn 1,14).
La palabra de Dios. La expresión "la palabra de Jehová" aparece en las Escrituras, con ligeras variaciones, cientos de veces. Por medio de "la palabra de Jehová" se crearon los cielos. Dios dio la orden y esta se llevó a cabo. Dios procedió a decir: "Llegue a haber luz". Entonces llegó a haber luz. (Sl 33:6; Gé 1:3.) No debe entenderse de esto que Jehová mismo no realiza ningún trabajo (Jn 5:17), si bien tiene miríadas de ángeles que responden a Su palabra y ejecutan Su voluntad.
Toda la creación, tanto animada como inanimada, está sometida a la palabra de Dios, por lo que Él puede utilizarla para cumplir sus propósitos. (Salms 103:20; 148:8). Su palabra es confiable, pues cuando Dios promete algo, se acuerda de cumplirlo. (Dt 9:5; Sl 105:42-45). Como Él mismo ha dicho, su palabra "durará hasta tiempo indefinido"; nunca volverá a Él sin haber realizado su propósito. (Isa 40:8; 55:10, 11; 1Pe 1:25).
Jehová es un Dios comunicativo, en el sentido de que de diversas maneras revela a sus criaturas su voluntad y propósitos. Las palabras que Dios dirigió a ciertos hombres, como Adán, Noé, Abrahán y otros, debieron ser pronunciadas por medio de un ángel. (Gé 3:9-19; 6:13; 12:1.)
A veces empleó a santos varones, como Moisés y Aarón, para comunicar sus propósitos. (Éx 5:1.) “Toda palabra” que Moisés mandó a Israel era en realidad la palabra de Dios. (Dt 12:32.) Dios también habló por boca de profetas, como Eliseo y Jeremías, y profetisas, como Débora. (2Re 7:1; Jer 2:1, 2; Jue 4:4-7.) Muchos de los mandamientos divinos se pusieron por escrito desde el tiempo de Moisés en adelante.
El Decálogo, llamado comúnmente los Diez Mandamientos y conocido en las Escrituras Hebreas como “las Diez Palabras”, primero se pronunció oralmente y después fue ‘escrito por el dedo de Dios’ sobre tablas de piedra. (Éx 31:18; 34:28; Dt 4:13.)
Su Naturaleza La palabra. (hebrea. dábár: p. o lo expresado: cosa), tanto entre los antiguos pueblos orientales como entre los primitivos, no es sólo la expresión de un pensamiento o de un deseo, sino un objeto concreto, que existe realmente, es eficaz y está como cargado de la fuerza del alma que la ha pronunciado.
En las lenguas semíticas, pensar y hablar se designan con idéntico término ('ámar); hablar es manifestar lo que el corazón dice. Pero la palabra pronunciada no es sólo un sonido que continúa en la conciencia del locutor o del oyente sólo como un pensamiento, sino también una cosa, invisible ciertamente, pero real.
El término "palabra" traduce con frecuencia en las Escrituras la voz hebrea da-vár y la griega ló-gos, que en la mayoría de los casos se refieren a una idea, dicho o declaración completos más bien que simplemente a un término o elemento del habla.
Para referirse a una sola palabra, en griego se utiliza el término rhe-ma, (Mt 27:14), aunque este también puede significar un dicho o un asunto expresado. Cualquier mensaje del Creador, como el pronunciado a través de un profeta, es "la palabra de Dios". En unos cuantos lugares el término Ló-gos (Palabra) es un título dado a Jesucristo.
" Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otros tiempos a los padres por los profetas, En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (Jesucristo), al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo"